La crisis de la salud mental
Hoy en el Día de la Salud Mental, me apetece escribir sobre el estado actual de nuestra sociedad y cómo está afectando nuestra salud mental. De hecho siempre me apetece escribir sobre esto.
Un sistema que enferma
Más allá de las terapias individuales y los diagnósticos clínicos, debemos cuestionar la estructura misma en la que vivimos: una sociedad que valora la productividad, el consumo y el capitalismo por encima de todo.
La vida moderna nos ha atrapado en un ciclo implacable de trabajo, consumo y competencia. Nos han inculcado la idea de que el éxito se mide en términos de riqueza material y logros individuales. Esta presión constante sobre nuestras mentes y cuerpos está teniendo un costo significativo en nuestra salud mental. El estrés, la ansiedad, la depresión y otros trastornos se han vuelto epidémicos en nuestra sociedad.
¿Cómo hemos llegado a este punto?
El sistema en el que vivimos está diseñado para maximizar la producción y el consumo, y se beneficia de una población que trabaja incansablemente para mantener este ciclo en movimiento. Pero, ¿a qué costo?
La obsesión con la productividad nos ha desconectado de nuestras necesidades básicas como seres humanos: la necesidad de comunidad, de descanso, de tiempo para cuidarnos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos.
La manera que hemos encontrado para organizarnos socialmente nos fuerza a competir unos con otros en lugar de apoyarnos mutuamente. Nos alienta a consumir constantemente, a menudo cosas que no necesitamos, para sentir cierta dignidad. Esto crea una búsqueda insaciable de la felicidad a través de la acumulación de bienes materiales, lo que solo perpetúa la insatisfacción y la ansiedad.
La Psicoterapia como facilitadora del cambio estructural
Pero, ¿pueden hacer algo los y las psicoterapeutas para facilitar el acceso a la psicoterapia y despatologizar los problemas?
Yo digo que sí. Creo que des de la psicología se puede dar un giro hacia una orientación más centrada en la comunidad y la responsabilidad colectiva.
Me parece crucial que los y las psicoterapeutas se involucren activamente en la despatologización de las dificultades que enfrentan sus consultantes.
Esto significa reconocer y cuestionar la tendencia a individualizar problemas que son estructurales.
Por ejemplo, en lugar de etiquetar el estrés como un problema de falta de habilidades para lidiar con la presión laboral o la falta de asertividad, podemos explorar cómo las condiciones laborales, los salarios insuficientes o la sobrecarga de trabajo, contribuyen significativamente al estrés de una persona.
La Responsabilidad colectiva
En lugar de culpar a los individuos por no tener la suficiente fuerza o resistencia, debemos mirar hacia una estructura más amplia que influye en nuestras vidas diarias.
La falta de acceso a la atención médica, la desigualdad económica, la falta de vivienda, la discriminación sistémica y muchas otras condiciones estructurales pueden ser las verdaderas causas de nuestras problemáticas de salud mental ‘aparentemente’ individuales.
Es imperativo que trabajemos para abogar por un cambio sistémico que aborde estas cuestiones de manera efectiva.
La responsabilidad colectiva es la clave para abordar los problemas de salud mental en su raíz.
En conclusión, mientras ponemos en el calendario un Día de la Salud Mental, recordemos que la solución a nuestra crisis de salud mental no se encuentra solo en la terapia individual, sino en un cambio profundo en nuestra sociedad.
En un mundo cada vez más complejo y diverso, es fundamental que reflexionemos sobre la manera en que abordamos los problemas sociales.
La tendencia a patologizar cuestiones que son en realidad problemas estructurales no solo puede resultar en estigmatización y discriminación, sino que también puede desviar la atención de las verdaderas raíces de estos problemas.
Para crear sociedades más justas y equitativas, debemos alejarnos de la visión simplista que busca soluciones individuales para problemas colectivos.
En su lugar, deberíamos comprometernos a abordar las desigualdades sistémicas y las injusticias estructurales que perpetúan estas dificultades.
Solo entonces podremos empezar a forjar un camino hacia un futuro más prometedor para todas las personas.