El enfoque tradicional de la psicoterapia puede tender a enfatizar la adaptación al sistema, la productividad y el éxito individual.
Considero que este enfoque agrupa algunos elementos perversos que me parecen un riesgo a tener en cuenta en el momento de ejercer la psicoterapia. Por ejemplo:
Individualismo excesivo
En este vorágine de promoción de la competencia y el individualismo, la psicoterapia parece que se contamina.
Y es entonces cuando se enfoca excesivamente en el desarrollo personal individual, olvidando el cultivo de las conexiones afectivas y también las responsabilidades sociales más amplias.
Mercantilización de la salud mental
La salud se convierte en una mercancía que se puede comprar y vender.
Esto genera desigualdades en el acceso a la psicoterapia, entre otros servicios.
Ya sabemos que si tienes recursos financieros limitados te costará recibir tratamiento adecuado.
Véase por ejemplo la desatención de muchas personas que esperan en las listas infinitas de una sanidad pública desbordada.
Véase también la diferencia:
– Comprar una cajita de antidepresivos (por menos de un euro de media)
– Iniciar (y sostener) un proceso psicoterapéutico en la privada (a 60 euros, de media, la sesión).
Enfoque en la sintomatología
Centrarse en catalogar, denominar, describir y tratar los síntomas individuales sin abordar las causas subyacentes relacionadas con el sistema económico y social más amplio creo que no sirve de nada.
Más allá de los desafíos del contexto económico en el que nos encontramos, considero que la psicoterapia puede ser útil para desafiar las estructuras opresoras y promover la salud y el bienestar más allá de la ayuda específica a una persona.
Para cuestionar y transformar la psicoterapia centrada enel individuo me sirve atender:
Contextualización social
Considerar el contexto social y económico en el que las personas viven, reconociendo las desigualdades y opresiones sistemáticas que pueden impactar la salud.
Enfocar lo comunitario
No perder de vista la importancia de las relaciones. Entendiendo que el tejido de relaciones son elementos fundamentales para el bienestar emocional.
En lo ideal, el contexto comunitario sería donde resignificar y fomentar el apoyo mutuo, la colaboración y cooperación en lugar de la competencia individualista.
Son palabras grandes, lo sé.
Pero lo veo.
Considero que la psicoterapia puede y debe ir más allá de la atención individual y abordar también los aspectos estructurales. No se trata solo de trabajar en la salud mental de una persona, sino de reconocer que la sociedad y el entorno desempeñan un papel fundamental en nuestra salud. Es importante considerar cómo factores como el acceso a la atención médica, la igualdad de oportunidades, la seguridad económica y la justicia social impactan en nuestra psicología.
La terapia no solo debería centrarse en ayudar a las personas a sobrellevar sus desafíos personales, sino también en abogar por cambios sistémicos que promuevan la equidad y la inclusión.
Esto implica abordar cuestiones como el estigma asociado a la salud mental, promover la educación emocional en las escuelas y trabajar hacia sistemas de salud más accesibles y asequibles para todos.
Además, la terapia puede desempeñar un papel crucial en la promoción de la resiliencia y el bienestar en comunidades enteras. Los y las profesionales de la psicología pueden colaborar con organizaciones sin fines de lucro, instituciones educativas y comunidades para implementar programas de apoyo psicológico en áreas que enfrentan desafíos particulares, como el trauma colectivo o la pobreza.
En resumen, la psicoterapia no es solo un proceso individual, sino un puente hacia una sociedad más saludable y equitativa.